Cultura y ética empresarial

Ayer pasé un día estupendo en Glasgow con un grupo de asociados de un bufete internacional. Impartí un programa de formación en sensibilización cultural general destinado a aumentar la capacidad de estos abogados para trabajar a escala transfronteriza. Todos los bufetes de abogados dicen que ofrecen a sus clientes internacionales un servicio sin fisuras en todas las jurisdicciones, pero no todos invierten en la formación necesaria para que los abogados tengan una perspectiva verdaderamente internacional.

Uno de los debates que suscitó un gran interés giró en torno a las difusas líneas que separan las expectativas culturales de los límites éticos. En pocas palabras, lo que un país considera éticamente inaceptable es a menudo una práctica habitual en otro. Lo que constituye un soborno según la Ley contra el Soborno y la Corrupción del Reino Unido se considera simplemente un regalo para entablar relaciones en otra parte del mundo.

Esto plantea enormes dilemas a las empresas globales. ¿Se puede tener un programa de ética y cumplimiento que sea verdaderamente global sin que parezca colonialismo del siglo XXI? ¿Importa que lo parezca?

Esto también plantea dificultades a los abogados que sólo pueden dar un asesoramiento jurídico preciso cuando un cliente podría estar buscando soluciones más comerciales y prácticas. Si un cliente internacional deja claro que no quiere que una socia trabaje en un asunto, ¿debería el bufete negarse a aceptar el encargo?

En el mundo post-Brexit, se anima a las empresas británicas a buscar nuevos negocios en los espacios de los mercados emergentes. Cuando lo hagan, se enfrentarán a muchos de estos dilemas éticos y tendrán que competir con organizaciones de otras partes del mundo que no están sujetas a la misma agenda ética. Estos clientes buscarán el asesoramiento de sus abogados en estas situaciones.

¿Cómo responderán los abogados y los bufetes? Háganos saber si podemos ayudarle a aumentar los conocimientos de sus abogados sobre este tema.